Uno de los iconos de la ciudad recupera su esplendor
Después de tres meses largos de obra, la Casa Batlló vuelve a mostrarse al paseante tal y como es. O no: mejor que como era. Al menos, mejor que como era en 2018. Y es que el proceso de restauración y limpieza ha sido tan minucioso, que se han recuperado elementos desconocidos.
Algunos de los elementos descubiertos son el color original de las carpinterías verdes, el cromatismo bicolor de las franjas de rebozados del fondo de la fachada (escondidos bajo el trencadís) o los emplomados dorados.
O sea, que la restauración ha sido más que un lavado de cara, ya que se han retirado “las capas que el tiempo le había puesto encima”. Para ello, se estudió durante dos años la fachada, que tiene su complejidad. Y es que está compuesta por piedra, hierro, cerámica, vidrio y madera. Y cada material requiere un tratamiento.
La última restauración que había experimentado la fachada tuvo lugar en 2001 (justo antes de ser declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO), pero no gozó de la profundidad y minuciosidad de la actual.