Desde hacía unos años, la fuente ornamental más antigua de Barcelona había cambiado su tonalidad clara por un naranja un óxido. La razón más probable para este cambio de color en una fuente que había sido restaurada hace apenas 10 años son las partículas ferrosas de la piedra con la que se construyó. Al entrar en contacto con el agua, estas partículas se oxidan, tiñendo la fuente de un color anaranjado. Color óxido, para ser más precisos.
La dirección de Arquitectura Urbana y Patrimonio del Ayuntamiento ha contado con un presupuesto de 72.000 euros para restaurar esta pieza del barrio de Gràcia. La restauración ha permitido eliminar las manchas, restaurar las superficies de piedra y de mármol, poner mortero en las juntas estropeadas, impermeabilizar el vaso de agua, cambiar la bomba de circulación del agua y limpiar los tubos.
La fuente consta de un estanque circular en la base y de su centro se levanta el monumento formado por un pilar que sostiene la figura de Hércules desnudo y apoyado sobre un garrote mientras sujeta la piel del león de Nemea. Dos leones que sostienen una esfera con las patas delanteras decoran ambos lado del pilar. De sus bocas brota un chorro de agua que también emana de una figura de un delfín alado, y en el centro del conjunto se forma una pequeña cascada integrada por cuatro bases semicirculares. A media altura del pilar hay dos serpientes entrelazadas. En el pedestal, un medallón ovalado de mármol blanco acoge el retrato de Carlos IV y María Luisa en bajo relieve, y otro con el escudo de la ciudad de Barcelona.
Salvador Gurri diseñó la fuente y Josep Moret la esculpió con motivo de la visita del rey Carlos IV a la ciudad en 1802.