La Llama Store es lo mejor que le ha pasado a Barcelona desde que un genio decidió que abrir el Metro durante 24 horas los sábados podía ser una buena idea.
Descubrí La Llama Store como se descubren las cosas buenas, por o de casualidad. En un capítulo de La Vida Moderna, Ignatius Farray hacía la performance más loca de todo lo que va de programa (bueno, miento, la más loca son palabras mayores) y se presentaba en los Estudios de la Ser vestido de dinosaurio. Vestido de maldito dinosaurio. ¿La ironía? Que es un programa de radio.
Da lo mismo.
El caso es que segundos más tarde le agradecía a la tienda La Llama de Barcelona el hecho de que pudiera tener ese disfraz.
A partir de ahí, el resto es historia.
Google; Calle Villarroel, 34; metro de Urgell; unos pasos y… la sorpresita: una tienda (bueno, por llamarlo de alguna manera) multidisciplinar cuya piedra angular» es el humor.
Digo lo de «por llamarlo de alguna manera» dado que en las paredes de La Llama hay colgadas obras de artistas como Miguel Noguera, Álvaro Carmona, Carlota Juncosa o Jordi Casañas. Cursos de monólogos. El concepto de librería llevado a otro terreno: aquí no hay obras de Sebald, de Joan Didion, de Despentes o de Javier Marías.
Y digo lo de que la «piedra angular es el humor» de forma deliberadamente imprecisa. Ellos, a diferencia de lo que yo he hecho, no se venden así. Qué va, son mucho menos arrogantes y pretenciosos. De sí mismos dicen «que pretenden ser graciosos».
Y, bueno, al final lo consiguen.