Nadie entiende qué es lo que hay en la Plaça Josep Barangé Bachs.
El supuesto, casi concebido como un mal chiste, se plantea de la siguiente manera. Y es que si tú vas andando por una calle cualquiera de Granollers y preguntas por la Plaça Josep Barangé es posible que el vecino en cuestión te mire con la misma cara que si le hubieras preguntado por la raíz cuadrada de 498.
La cuestión es la siguiente: hace unos años se instaló una estructura imposible en la plaça Josep Barangé. Tan imposible era la estructura –estructura, insistimos, por llamarla de alguna manera– que la gente cuando pasaba por delante decía algo así como: “qué coño es esto”. Pero en catalán, claro. Y la expresión fue haciendo mella y la plaza acabó por ser popularmente rebautizada. Y aunque a estas alturas ya se haya descubierto que la palabra central de la expresión no merece, en realidad, los calificativos de feo, extraño o desconocido (como en efecto se califica a la escultura misteriosa), esta es la nomenclatura coloquial que ha quedado fosilizada como nombre de la plaza, al parecer, para siempre.
Y esto pasa igual que Elijah Wood siempre va a ser Frodo e igual que mi padre le seguirá llamando «Montjuïc» a Cornellà. Esto pasa, en fin, porque las cosas se llaman como las llama la gente.
Hay que decir que no es un fenómeno exclusivo de Granollers. En Benidorm, por ejemplo, hay una calle (paseo de la Carretera) que todo el mundo conoce como la calle del Coño. También en Hospitalet, creo, hay otra rotonda que lleva el sobrenombre del aparato genital femenino.
En el caso de Benidorm es porque mucha gente se saluda en la zona y al verse exclama: ¡Coño! El caso de Hospitalet se parecería más al de Granollers. Nadie entiende qué es lo que hay en la plaça Josep Barangé. Hay quien dice que es una serpiente (¡anda, coño!), otros aseguran que son puntos cardinales y no falta quien defiende que es una representación de la geografía catalana.
Sea lo que sea, todo parece indicar que a los hierros le quedan poco tiempo en Granollers. Hay una propuesta de reforma que sobrevuela la plaça Josep Barangé. En este punto, la duda es más que evidente: ¿muerto el perro se acabó la rabia? Es decir, ¿si se van los hierros, cambiará el nombre?
Foto de portada: Diari Ara