Algunas personas roban joyerías. Otras personas bancos. También se roban casinos. Pero el protagonista de la noticia de hoy tenía un curioso fetichismo: a él le gustaba robar lavanderías. Muchas. Demasiadas. Concretamente se le atribuye el hurto de hasta 22 establecimientos de este tipo (19 en Barcelona, una en Castelldefels, otro en Esplugues y otro en Cornellà). Para más inri, todas las lavanderías eran de la misma cadena. El ya conocido como ladrón de la colada tenía una fijación extraña por los locales de ‘La Wash‘.
El hombre, de 26 años, usaba siempre la misma técnica. Aparecía en las lavanderías a última hora del día, cuando todo el pescado estaba vendido y las máquinas ya habían recaudado toda la cosecha de un día de funcionamiento -de media, entre 200 y 500 euros-. Con la cabeza tapada con un casco, su procedimiento era muy sencillo: patada tras patada a la pared de pladur para hacer un agujero en la máquina, por donde entraba y así llegaba a la parte trasera del cajero. Una vez allí forzaba el dispensador para sacar el dinero. Y vuelta a empezar. Porque había noches que robaba hasta cuatro lavanderías distintas.
Aunque ya se había arrestado al sospechoso hace dos semanas, no se tenían pruebas suficientes para abrir un proceso contra él. Ahora la cosa es distinta, aunque al no haber personas implicadas en sus robos su hipotética condena sería más leve, quedando únicamente como robo con fuerza.
Fuente: El Periódico