Muchas veces la arquitectura de Barcelona te sorprende con elementos que no te esperabas. Este es uno de esos casos.
Sí, tu mente se está pensando justo eso: ¿De verdad esas cuatro columnas que custodian la entrada al Palau de la Generalitat vienen de la mismísima Troya? ¿De esa Troya? ¿La griega? ¿La de la peli de Brad Pitt? ¿Donde metieron el famoso caballo gigante con soldados dentro? Sí…. ¡Deja de preguntar! ¡De esa misma! Por extraño y raro que parezca la arquitectura te deja tesoritos como este.
Bueno, a ver. Tiene truco. Realmente nos hemos apresurado mucho en decir que «sí, de esa misma». Las columnas vienen de Troya, eso está claro. De hecho, está documentado y bien documentado a nivel histórico. Lo que pasa es que no es exactamente «la misma Troya» de La Ilíada, la Troya que todos conocemos y la referencia que seguro tienes en tu cabeza. Esa Troya data del Siglo XII antes de Cristo, mientras las columnas del Palau de la Generalitat fueron esculpidas en el Siglo II. Eso son 1.400 años de diferencia, y aunque el mundo antes no cambiaba a velocidad de crucero, seguro que poco tendrían que ver una con la otra.
Pero a nosotros nos importa poco, porque la curiosidad de la anécdota es irresistible. Y bueno, sean de la Troya del año que sea, la verdad es que sus kilómetros se han hecho. Y no es precisamente fácil trasladar esas moles desde la actual Turquía hasta nuestras costas. Y la cosa es que en el Palau de la Generalitat tenemos hasta cuatro. La pregunta es inevitable, ¿cómo llegaron hasta ahí?
Las columnas fueron encargadas por la ciudad romana de Tarraco (actual Tarragona) para construir el Templo de Augusto. Allí llegaron 45 columnas del mejor granito. Pero lo que no vieron venir los romanos fue la caída de su propio imperio, y con ella el desmoronamiento de muchos de sus emblemas. Con el paso del tiempo, las columnas del Templo de Augusto se utilizaron para la construcción de la iglesia de Sant Pere de Sescelades .
Con el paso del tiempo, las columnas abandonaron poco a poco la iglesia y muchas fueron objetivo de otros edificios que reclamaban la calidad del granito de Troya. Fue Pere Blai, arquitecto renacentista, quien se trajo para su construcción de la fachada de la Generalitat cuatro de estas columnas. Las conocía bien, había usado dos para la Catedral de Tarragona y volvió a usar otras cuatro para la Plaça de Sant Jaume.
Foto de portada: Jan Harenburg (Wikimedia Commons)