La idea era buena. Buenísima. Instalar unas fuentes a ras del suelo en el parque de Antoni Santiburcio de Barcelona, donde en su día estuvieron los cuarteles de Sant Andreu.
Este formato de zona para refugiarse del calor, similar a otros ya implantados en otras ciudades como Madrid y su Madrid Río, es una forma ideal para resignarse sin vacaciones pero decir no al calor. Y de paso mantener el exceso de júbilo y energía de los más pequeños a raya.
Consiste en una infraestructura compuesta por 234 surtidores que emanan agua del suelo. Y por supuesto el baño no solo está permitido sino que es casi obligatorio. La alcaldesa Ada Colau lo bautizó como «el primer refugio de agua de la ciudad».
Se inauguró el 14 de agosto de 2018 pero la instalación solo se mantuvo abierta dos semanas después de que hasta 30 niños padecieran afectaciones gástricas provocadas por un microorganismo detectado en el circuito de agua. Dos de los niños incluso necesitaron ser hospitalizados.
Según relató el diario El País, un portavoz del Ayuntamiento explicó que «se ha reforzado el sistema de limpieza del agua con ultravioletas y con renovaciones de agua más frecuentes, se ha colocado un filtro por donde circula toda el agua y se ha organizado un sistema de monitoraje de la calidad del agua, aunque de momento la Agencia de Salud Pública de Barcelona es prudente y prefiere seguir monitorizando y añadiendo mejoras a las fuentes antes de autorizar el baño».