
Sabías que en el centro de Barcelona arde una llama que nunca se apaga? Está junto a la iglesia de Santa María del Mar, en el Fossar de les Moreres,y dice la historia que esta plaza, el antiguo cementerio de la catedral, fue la fosa común de los muertos que caían durante el asedio que sufrió la ciudad a manos del ejército bdorbón durante la Guerra de Sucesión de 1714.
Pero la plaza nació mucho antes con una historia particular, siempre ligada a la muerte, que empieza hace más de 800 años.
El cementerio de la iglesia del mar
Dice la historia que en el s.XII el párroco de la iglesia de Santa María del Mar solicitó de urgencia un espacio para ubicar su cementerio. Para ello, le pidió al noble Bernat Marcús la cesión e un terreo adyacente a la iglesia.
Marcús, reticente, accedió con la condición de que se enterrara a alguien en ese terreno en lo próximos quince días, pues si esto no ocurría, significaba que la urgencia no era tal. Transcurrido ese plazo sin entierros, Marcús fue al decimoquinto día a anular la donación, pero cuando llegó a las moreras del terreno, un ataque al corazón lo fulminó, convirtiéndolo en el primer difunto en poblar el cementerio.
La fosa común de una guerra dolorosa
El cementerio fue tal hasta la Guerra de Sucesión del s. XVIII. En esa guerra, el Principado tomó parte por Carlos de Austria, que, aliado con Inglaterra, luchaba por el trono de España contra las tropas del Borbón Felipe V. En un punto del conflicto, Inglaterra se retiró, y Catalunya decidió declarar la guerra en solitario a las topas borbónicas.
Así, las tropas de Felipe V sitiaron Barcelona en 1713, en un asedio que duró 11 meses. El asedio, muy duro, dejó un reguero de muertos en la ciudad que fueron a parar al Fossar de les Moreres, convertido en fosa común para los defensores de la ciudad. Después de casi un año de sitio, Barcelona cayó el 11 de septiembre de 1714. Las constituciones catalanas fueron abolidas y se impuso el Decret de Nova Planta, norma dictada por los absolutistas borbónicos que estuvo vigente hasta el s. XIX.
Una plaza simbólica
En el s. XIX, por disposiciones sanitarias relacionadas con el crecimiento de la ciudad, se ordenó la desaparición de muchos cementerios del centro de la ciudad, adyacentes a las iglesias. Así nacieron plazas como la del Pi, la de Sant Josep Oriol o la de Sant Felip Neri. Así nació también la plaza del Fossar de les Moreres.
Pero no fue hasta bastante más tarde, en 1989, cuando el espacio cuando el espacio se remodeló, derribando unas casas bajas que había en la plaza, algunas adosadas a Santa María del Mar, y se construyó un monumento diseñado por la arquitecta Carme Fiol para conmemorar a los caídos durante el asedio, con un suelo rojo que simboliza la sangre derramada en este sitio y un murete que contiene unos versos del poeta Serafí Pitarra en honor a los caídos en 1714.
El verso dice «Al fossar de les Moreres no s’hi enterra cap traïdor, fins perdent nostres banderes serà l’urna de l’honor», y hace referencia a una historia, aparentemente, según la cual un ciudadano de Barcelona se negó a enterrar a un familiar suyo en la fosa común por pertenecer este al bando bornónico.
Unos años después, en el 2001, se sumó al monumento el pebetero, donde una llama quema sin fin sobre los versos del poeta Serafí Pitarra, que recuerdan la historia sombría de una plaza que hoy llena de luz el centro del barrio del Born.