Los centros comerciales planifican ya su propia desescalada para tenerlo todo a punto cuando el Gobierno dé luz verde a su reapertura tras el cierre decretado por el estado de alarma, aunque todavía no hay una fecha señalada en el calendario.
Las grandes superficies perfilan una estrategia para adaptar sus actividades al coronavirus. Juegan a su favor las amplias dimensiones de estos centros, que ayudarán a garantizar el respeto de la distancia de seguridad entre clientes. No obstante, se están diseñando otras medidas necesarias para aventurarse en la nueva normalidad.
Los centros comerciales reducirán el aforo permitido precisamente para facilitar la separación interpersonal en establecimientos y pasillos. El reparto frecuente de gel desinfectante en diferentes zonas, como la entrada o los puntos de descanso, estará a la orden del día.
Probarse ropa en la tienda ya no será cómo antes: el acceso a los probadores estará limitado o incluso cerrado, y los dependientes tendrán que desinfectarlos después de cada uso. Las prendas que se puedan probar estarán restringidas y probablemente la devolución de ropa será más flexible para animar a la clientela a probársela en casa.
El diario Los Replicantes informa de que las colas serán más largas que antes porque será obligatorio guardar al menos un metro de distancia con los demás compradores frente a los mostradores de pago. Los dependientes llevarán mascarilla y guantes y mantendrán una caja cerrada entre unos y otros preservar para la distancia.
Los trabajadores se someterán a controles de temperatura, un requisito de acceso que tal vez se extienda a los visitantes de los centros comerciales, quienes, además, deberían pasar por un túnel de desinfección a la entrada.