Hace unos días la parte de la playa de la Barceloneta cercana al ‘Hotel Vela’ era desalojada y el acceso a ella estuvo prohibido unos días. La razón: un artefacto de la Guerra Civil que un buzo de la Guardia Civil fuera de servicio había descubierto a tres metros de profundidad y que acabó siendo detonado en alta mar por la Armada.
Alrededor de 400 bombas de este tipo son retiradas en Catalunya solo por los Mossos d’Esquadra, una larga lista en la que no entran otras tantas como la recogida en la Barceloneta hace unos días, que se suma al recuento de la Guardia Civil.
Según datos facilitados por la policía catalana, reciben una media de una llamada al día motivada por la localización de un explosivo. El año pasado los Tedax de los Mossos retiraron 416 artefactos. En lo que va de 2019 el recuento suma ya 300.
Las recomendaciones de los Mossos ante el descubrimiento de uno de estos artefactos son claras: no tocar y llamar al 112, pues el artefacto podría no haber sido detonado por mucho motivos, lo que no significa que no pudiera explotar ahora.
Cuevas, grutas, escondites, búnkers, antiguas trincheras, playas, bosques, campos de cultivo o excavaciones durante una obra son los lugares más comunes para encontrar alguno de estos dispositivos.
Los proyectiles más habituales son las granadas de mano. En ocasiones también aparecen bombas de la aviación o granadas de mortero, así como algún proyectil de artillería. Se estima que serán necesarios unos 20 ó 25 años para retirar toda la artillería abandonada en Catalunya