¿Quién no ha leído las luces de Gran Via poniendo tonito cómico?
¡Ding Dang Dong! ¡Nyam Nyam Nyam! ¡Fum Fum Fum!¡Glup Glup Glup! ¡Muac Muac Muac!
Son algunas de las onomatopeyas que en estas fechas aparecen iluminadas por Gran Via. Iluminadas y en mayúsculas, porque aunque lleves en Barcelona toda la vida, acabes de llegar o solo esté estés de visita, es imposible no fijarse en uno de los adornos navideños más llamativos de toda la ciudad. Y ya se sabe, lo llamativo siempre está ligado al conflicto.
Conflicto porque todo lo que huele a nuevo se encuentra siempre con los defensores a ultranza de la modernidad, que echan de menos las campanas, los arbolitos, las estrellas y los reyes magos en la calle. Los hay en otras partes de Barcelona, pero algunos vecinos de Gran Via se han quejado varias veces de que esta «nueva decoración» es poco menos que una blasfemia contra el espíritu navideño. ¿Qué os parecen a vosotros?
La verdad es que a las luces no se les puede negar dos cosas: son innovadoras y llaman la atención. Mucho.
A nosotros nos encantan, porque a pesar de romper tan bruscamente con la tradición, siguen sonando a Navidad. Y en este caso, nunca mejor dicho. Lo admitimos, somos muy fans. ¿Qué sería de la navidad sin el fum fum fum de los villancicos? ¿Qué sería de la nochevieja sin el glup glup glup de los vinos? ¿Qué sería de nochebuena sin el muac muac muac de los besos de abuela? ¿Y de la cena de navidad sin el ñam ñam ñam del que come como si no hubiera un mañana? ¿Y tomarnos las uvas sin el ding dang dong?
Una navidad sin todo eso no es ni navidad ni nada. Por eso somos unos defensores acérrimos de estas luces. Porque la navidad no es solo visual, ni gastronómica, sino que también es una montaña de sonidos. Sin ellos la experiencia no estaría completa.
Y esta noche, volverán a «sonar» en Gran Via.
Foto de portada: Quique GarcÍa (EFE)