Apenas lleva un verano y ya ha convertido en helado los recuerdos de un montón de personas. ‘Mamá Heladera’ es la nueva heladería de la casa del Tío Ché y se encuentra justo ahí, puerta con puerta, en la misma rotondita de la Rambla del Poblenou.
Los mismos toldos naranja ladrillo con sus flecos corinto y la misma tipografía de la marquesina, los mismos azulejos, el mismo sello sobre las servilletas, sobre las tarrinas, sobre el papel del cucurucho, pero una nueva generación y una idea nueva. Sobre todo, la del deseo de parar el tiempo, aunque sea en lo que dura un helado.
En este mundo movido por el dinero, de repente una canción nos teletransporta en el tiempo y lo que sentimos no tiene precio. Lo mismo ocurre con los olores. De hecho, dicen que el del olfato es el sentido más potente a la memoria. «Gracias al sistema retro-nasal, el cerebro construye imágenes con los sabores y más si estos están acompañados de historias que lo sitúan en un cuadro», explica Irene, que es quien hace la magia.
Pero ya se sabe que toda magia esconde un truco. El poder de la mente, la creatividad y también la pasión, se potencian con el estudio y, en su caso —el de la quinta generación de una familia dedicada a las horchatas y a los helados— fueron, además, los campos de la formulación, los sesgos, el marketing y la neuro-gastronomía entre otros, los que hicieron viable su proyecto como emprendedora.
Irene Iborra tiene la suerte de verse acompañada en esta aventura por Raúl Ruíz, su marido, y por una compañera de su época de estudios en Hofmann. Sí, allí fue donde conoció a su tocaya Irene Vidal que, tras una larga trayectoria entre fogones, ha decidido volver al dulce y hoy disfruta viendo como toda una clientela recuerda mientras prueba sus recreaciones en forma de helado. A su lado, Raúl Ruiz es, según su compañera, quien tiene el maravilloso don de contar la historia de cada helado con todo detalle y de conectar así con los clientes.
Las emociones y, por tanto, la manera que tenemos de recordar, son universales, por eso los helados pueden convertirse en lugares comunes. ‘Mamá Heladera’ nace del gusto por generar momentos inolvidables a través de los helados pero, además, de la idea de que personas que no se conocen entre ellas, puedan compartir sus recuerdos mediante los sabores.
A través de este formulario, quien quiera puede solicitar por encargo un helado con el sabor de algún recuerdo. Recuerdo que, tal vez, se acabe incorporando a una carta que, por el momento, ya colecciona títulos tan bonitos y divertidos como «La Yaya te envía al cerezo a merendar», de cereza ácida con lavanda, «Jugando con la plastilina», de coco con almendra amarga o «Rebañar la olla de la bechamel», de nuez moscada, pimienta negra, sal y mantequilla. Nosotras (¡por ahora!) somos muy fans del «Mantecado del avi Alfonso», un dulce recuerdo que Irene guarda de su infancia, pero que también nos supo a la nuestra.