La Masía Freixa, de inspiración gaudiniana, la firmó Lluís Muncunill i Parellada.
Empecemos este artículo hablando de un supuesto tan remoto como irreal: ¿alguien aquí se imagina la posibilidad de que Messi, una vez retirado, convirtiese el Camp Nou en su propia casa? No, evidentemente: la comparación es demasiado hiperbólica, pero es un punto de partida.
Josep Freixa y Argemí ordenó levantar en Terrassa lo que hoy conocemos como Masía Freixa. Pero no como una masía, sino como una fábrica textil. Y como tal funciono durante una década.
Fue construida en 1896 y luego fue reformada hasta en dos ocasiones. Una en 1907 y otra en 1914. Cumplió su función de hogar, decíamos, y luego fue el Conservatorio Municipal de Música. Ahora el edificio queda a disposición de la ciudadanía: se pueden hacer visitas guiadas todos los días a las 12h y ni siquiera es necesaria la inscripción previa.
Lógicamente, como parte de tanto cambio en las utilidades, poco queda del interior original, que ha sufrido distintas reformas a lo largo de este siglo y pico. Poco importa (o no): lo verdaderamente significativo de la Masía Freixa es su aspecto exterior. La masía, de inspiración gaudiniana, la firmó Lluís Muncunill i Parellada. Lo de la inspiración gaudiniana es algo comúnmente aceptado: no hay más que ver los arcos catenarios para reparar en ello.
La construcción, que también destaca por estar ubicada en medio del Parc de Sant Jordi, es una muestra más de que las maravillas del modernismo rebosan (literalmente, en este caso) Barcelona.