
Entrar en Asia sin tasas, aduanas ni fronteras es posible en Passeig Sant Joan: cruzar el dintel que marca el número 12 del popular paseo barcelonés te introduce en una experiencia de compra casi inenarrable.
El descubrimiento de Yang Kuang (así se llama este supermercado asiático) fue la mejor noticia de 2017. Eso sí, un aviso: entrar aquí sin ir acompañado de un autóctono o de un sensei de este tipo de productos es casi suicida. El desconcierto ante packagings imposibles es total.
No obstante, para comprar productos que medianamente conoces (por el anime, por el manga, por tu amigo friki o por los buffets que acostumbras a visitar), la visita suele ser todo un éxito. Y, qué narices, para probar cosas que te han llamado la atención como un juego de luces a un neonato, también.
Si lo tuyo es la comida picante, no puedes dejarte ningún ramen empaquetado sin probar. Aunque en materia de spicy food, los noodles no es lo único que hay en sus estanterías. Si sólo quieres un trago para refrescarte, la sección de refrescos es ambrosía. En la zona de congelados, puedes quedar al borde del parraque (wakame a kilo, baos, gyozas y cualquier tipo de frito).
Pero si reniegas de los precocinados y lo que más te gusta del mundo es una berenjena, también tienes acceso a una sección de frutas y verduras que parecen sacadas de Narnia.
Ah. Otro mundo también es el de las salsas. Al margen de las conocidas (soja, de cacahuete, agripicante…), destaca un aromatizador: no hay comida que, aderezada con Maggi, no mejore exponencialmente.
Lo mejor, sin embargo, llega en la caja. Cuando toca sacar la panoja, reparas (si no habías reparado antes) en que estás comprando productos de importación sin necesidad de solicitar un microcrédito.
Larga vida a Yang Kuang. Larga vida al mejor supermercado de Barcelona.
Foto de portada: EsChina Space