El pollo es una de las carnes más versátiles por antonomasia. Una proteína ligera y de sabor más bien plano que acepta todos los sabores, marinados y cocciones posibles. Quizá sean las extremidades superiores, las alitas, la parte más sabrosa y más divertida de comer del animal, pero la obligación de comerlas con las manos hace del espectáculo algo poco sofisticado para la alta cocina, más propio de una tasca de barrio o de una gran franquicia con freidoras industriales.
Hasta que los expertos se ponen manos a la obra.
A partir de ahora, para hablar de alitas de pollo (o de alitas en general, porque también las tienen de pavo y de pato) habrá que pedir permiso a Ala Broder, posiblemente las mejores alitas de que vas a probar en Barcelona.
La iniciativa es obra de la cebichería Yakumanka, el increíble restaurante del laureado chef Gastón Acurio, y el resultado es más que espectacular. Este nuevo proyecto piloto llega en un momento de saturación de oferta gastronómica (y de cualquier otro tipo) y redes sociales. Parece demandarse una especialización cada vez mayor del producto: conceptualizar para vencer. Quizá no haya sido esta la razón de ser de Ala Broder pero seguro lo será de su despegue.
El concepto es muy sencillo, no por ello simple: ofrecer alitas a la brasa de calidad de tres aves diferentes: pollo, pato y pavo. Alitas que demuestran que un plato normalmente ninguneado puede ser el que articule la oferta de todo un modelo de negocio. Alitas como plato principal, entrantes y postres. Y con un factor de internacionalismo gastronómico fundamental donde los ingredientes peruanos como el maíz blanco gigante, el físalis o el queso blanco se dan la mano con unas patatas bravas impresionantes o sabores de la cocina tailandesa, coreana o italiana.
No son cualquiera estas alitas, hablamos de primera división. Primero eliges el sabor de tus alitas, luego el tipo de carne. Nosotros probamos las Koh Kai, con una salsa de verduras y coco, crema de frutos secos, físalis y albahaca. También probamos La Broder, esta vez con carne de pato, preparadas con una salsa anticuchera, chimichurri, maíz gigante y su salsa broder. Un verdadero espectáculo. Echamos mano también de un arroz blanco para ayudar a no desperdiciar ni una gota de esas benditas salsas y luego, como ya imaginarás, mucha servilleta para limpiar los restos de pasión alada que te quedarán por todo el perímetro de la boca y las manos.
¿Quién dijo que la alta cocina solo se podía disfrutar con cubertería fina?