El subsuelo de Barcelona solo nos depara sorpresas.
Durante el pasado mes de marzo y en el proceso de instalación de una red de recogida neumática de basuras –de esas que son subterráneas–, los operarios se encontraron con una sorpresa mientras agujereaban la calle del Est. Debajo de un encofrado había un espacio por el que podía circular el aire. Es decir, debajo de la tierra no había más tierra. Había –hay– los inicios de la obra de un tramo de metro que nunca fue.
Lógicamente, ante tal coyuntura, el servicio de Arqueología del Ayuntamiento de Barcelona y la Unidad de Subsuelo de los Mossos d’Esquadra se metieron en el subsuelo barcelonés para inspeccionar la zona. Lo que encontraron fue un tramo del metro de 14 metros de profundidad inundada por 3 o 4 metros de agua. Una cámara subterránea de 3,5 por 2,5 metros.
La información fue consultada con un vecino del Raval especialista en temas históricos del barrio. El vecino dijo que las obras se correspondían con el proyecto –nunca finiquitado– de un antiguo metro. Y la información fue contrastada con el Arxiu Municipal Contemporani de Barcelona.
Los documentos oficiales revelaron que la intención era crear una nueva línea que cruzara el Raval desde Liceu al Paralelo. El nombre; “Proyecto de Ferrocarril Subterráneo desde la Rambla del Centro la calle Marqués del Duero por Conde de Asalto” y fue (mal) ejecutado por la concesionaria S.A. Funicular Montjuïc.
Mal ejecutado, decimos, porque el proyecto se paralizó en 1934. ¿Las razones? Casi tendría más sentido preguntar por las razones para continuar la obra: problemas económicos, edificios agrietados, dificultades técnicas de distinta índole y las huelgas de los trabajadores del momento imposibilitaron la creación de este tramo.