Sólo Gaudí genera casi diez millones de visitantes.
El otro día, en la contraportada de American Gods -célebre libro de Neil Gaiman y luego serie de Amazon Prime- leí que hablaban del autor en los siguientes términos: “Gaiman es a la literatura lo que Antoni Gaudí fue a la arquitectura”. Y era un entrecomillado extraído de una reseña del MidWeek, medio local de Illinois.
Lo que sorprende de la frase es que un crítico literario de Springfield o de Chicago se remita al tarraconense que murió atropellado por el vehículo más lento del mundo. Que necesite aludir a Gaudí para encontrar parangón en uno de los mejores autores de ciencia ficción del siglo XXI.
Porque -y esto no es nada nuevo y se ha repetido hasta la saciedad- Gaudí, pese a haber muerto hace más de 90 años, permanece vivísimo. O al menos su espíritu lo está. Prueba de ello es la cantidad de ingresos que genera la ciudad gracias a su obra. A su obra terminada y, sobre todo, no terminada.
Y aunque es algo que puede intuir cualquiera bípedo que pulule por los aledaños de cualquiera de sus construcciones, también es un hecho cuantitativamente mesurable. A saber, la Oficina Municipal de Datos del Ayuntamiento de Barcelona ha hecho públicos los datos de los edificios y museos más visitados de Barcelona en 2017.
La tabla la lidera con holgura -como un PSG o un Bayern de Múnich en sus respectivas ligas- la Sagrada Familia. 4.527.427 visitantes pagaron, como poco, los 15 euros que cuesta ver por dentro la edificación.
Pero realmente la razón por la que creemos que sin Gaudí Barcelona no estaría en el punto de mira internacional radica en el siguiente dato: 4 de las 10 atracciones turísticas más visitadas, las ideó él. Casi diez millones de personas -ojo, solo en 2017- visitaron sus construcciones.
A quien le interese, aquí tiene el resto de la lista: