Al menos esa es la idea en el largo plazo: no se establecerán nuevas instalaciones para la crianza en cautiverio de este tipo de animales.
Quien haya visto Blackfish, el afamado y aclamado documental sobre el cautiverio de orcas, tendrá cierta sensibilidad con el tema: los cetáceos son animales extremedamente listos y con una inteligencia emocional elevadísima. Viviendo en pocos metros cúbicos se agobian. Se angustian. Sufren. Desarrollan trastornos. Se mueren. Matan.
Eso lo ha entendido el consistorio barcelonés con la mediación de FAADA (Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales). Hace un par de años desde FAADA se lanzó una petición para que no se construyera un nuevo delfinario. Recaudó 35.500 firmas y llegó al Ayuntamiento. Los grupos políticos correspondientes la han asumido y han prohibido la exhibición y la cría de estos animales en instalaciones que dependan del Ayuntamiento.
«Barcelona ha demostrado su voluntad de defender los animales, es hora de tomar medidas responsables y éticas con los derechos de los animales que sirvan de ejemplo a otras ciudades del mundo», se puede leer en la declaración institucional.
La frase que hace referencia a la ejemplaridad de la acción es especialmente significativa. Barcelona será la primera ciudad en Europa que incluya una medida de este tipo.
Ahora desde FAADA se pretende que envíen a los seis delfines que aún hay en el zoo a un santuario marítimo, aunque eso todavía está por ver.
Fuente: FAADA