Porque su trazado coincide con el de un paralelo terrestre: el paralelo 41º 22′ 33». Ahora que lo sabes, puedes elegir seguir leyendo para saber su historia o cerrar la pestaña y quedarte huérfano de esta valiosísima información.
Inaugurada oficialmente el 8 de octubre de 1894, la Avinguda del Paral·lel existía desde algunos años antes. Por lo menos desde 1874, cuando fue bautizada como Avinguda Marqués del Duero, en homenaje a Manuel Gutiérrez de la Concha e Irigoyen, que fue un destacado militar que estuvo siempre al lado de los liberales.
Con la república recibió el nombre de Francesc Layret, político nacionalista catalán. Tras la llegada de Franco al poder recuperó el nombre de Marqués del Duero y caída la dictadura pasó a llamarse Avenida del Paralelo o Avinguda del Paral·lel.
Odonimia (etimología de las calles) aparte, lo realmente importante del Paral·lel es su condición de arteria metropolitana de ecos culturales internacionales. Contra el formalismo y los buenos modales del Liceu, la idiosincrasia gamberra de la cuplé y el vodevil: Paral·lel destacó como la West End condal, como el Montmartre barcelonés, como la Broadway catalana.
En esta calle coexistían anarquistas que agradecían el anónimato que proporcionaba la masa: estaban perseguidos por los cuerpos de seguridad del Estado. Coexistían, decíamos, con la alta burguesía catalana. Quien sabe si harta de convencionalismos y en búsqueda de un ocio diferente.
Teatros, cabarés, distintas salas de espectáculos e incluso parques de atracciones copaban los inaugurales 200 metros de longitud (para su ampliación fue necesario tirar parte de la muralla medieval de Barcelona). La avenida creció y como parte del Plan Cerdà atravesó Ciutat Vella, l’Eixample y Sants-Montjuïc.
De los locales que sirvieron para alimentar el ocio de la sociedad barcelonesa del siglo XX permanecen en pie el Barts, el Apolo, el teatro Victòria, el Condal y el Molino, que rinde homenaje al Moulin Rouge.
Vestigios que recuerdan una Barcelona pasada. Vestigios que sirven para dar cuenta que las calles y sus nombres son siempre el reflejo de acontecimientos económicos y culturales.