El tráfico de personas, de turistas esencialmente, es importante: si has venido a Barcelona y no has fotografiado la ciudad desde el Tibidabo, no has estado en Barcelona. Los datos lo confirman: la media de visitas al Tibidabo es de 5.500 personas al día. No en vano, es el parque de atracciones más mítico de España.
De esas 5.000 personas que llegan diariamente al Tibidabo, un 60% lo hace en transporte público. Una decisión, la de ir en transporte público, que bien se parece a la Odisea de Homero: autobuses, metro, funicular.
Por eso, para agilizar dicho trasiego de gente y porque ya va siendo hora, ha sido recientemente presentado Cuca de Llum (luciérnaga en español), el que será el nuevo funicular. El nombre viene de que su apariencia estética será parecida a la de una luciérnaga. Cuando sea de noche, el funicular se verá como un ente luminoso que se desplaza en dirección al punto más alto de Barcelona.
La de la luz con motivo estético no será la única novedad de un funicular que ha sido presentado como “una atracción más del parque”. También se reforzará la seguridad y se mejorarán los sistemas. Su estética será futurista –pantallas táctiles dentro, sin cabina de conductor para que la visión en 360ª sea total– y la capacidad, mayor. Donde cabían 80 personas, ahora cabrán 252. Aunque no exactamente ahora. Será, concretamente, en agosto de 2020.