Un botín de seis piezas de arte romanas y griegas robadas en 2015 en Libia han aparecido en un anticuario barcelonés.
La vida reciente de las piezas fue la siguiente: de estar en distintas ciudades libias (Albaida, Apolonio y Cirene) a acabar en las estanterías de una tienda de antigüedades barcelonesa. En el trayecto pasaron por Egipto y Turquía hasta aterrizar en Tailandia. Ahí se falsificaba su identidad y terminaba donde ya sabemos.
Está claro que en todo este proceso se nos pierden varios actores por el camino, pero el responsable en última instancia sería el dueño de la tienda. Éste ha sido acusado de financiación del terrorismo yihadista, receptación, falsedad documental y contrabando.
Su defensa se ha basado en el desconocimiento de la procedencia y ha apuntado hacia dos intermediarios(uno egipcio y otro libanés) como responsables de que él tuviera las obras en su tienda.
El mercader, sin embargo, ha quedado en libertad bajo fianza de 12.000 y se le han impuesto medidas cautelares como retirada del pasaporte, prohibición de abandonar el territorio nacional y comparecencias quincenales en el juzgado