
11 de septiembre, también conocido por aquí como la Diada o el Día de Catalunya. Un día perfecto para sacar esa barretina que le pones al Tió de Nadal, descorchar la botella buena de cava, bailar o intentar bailar unas sardanas y perpetrar algún que otro tópico más.
El 11 de septiembre es el día en el que nos sentimos catalanes con más intensidad, hasta el punto que lo dicta el Estatut d’Autonomia de 2006: los tres símbolos de Catalunya son la bandera, el himno y el último es el 11 de septiembre, ya que como dice en su artículo 8.3 «la fiesta de Catalunya es el día once de septiembre». De hecho, Declarar el 11 de septiembre como día de Fiesta Nacional fue una de las primeras decisiones del Parlament tras su restablecimiento en 1980.
Pero el 11 de septiembre de 1714, se da una pararadoja, Barcelona no ganó nada, sino que perdió. Es más, salió muy mal parada.
La historia de una derrota
Abramos la puerta del Ministerio del Tiempo asignada a la Guerra de Sucesión (1702-1703) para explicar de qué va la cosa. Muerto Carlos II “El Hechizado”, no había quien le sucediera. La corona se la disputaban el archiduque Carlos de Austria y Felipe de Anjou, de la casa de los Borbones. Como en Juego de Tronos pero sin dragones.
Dado que ninguno dio su brazo a torcer, estuvieron de rifirrafe durante trece años. España también se dividió entre los partidarios de los Austrias y los adeptos a los Borbones. Ganaron estos últimos y como eran muy poco rencorosos (nótese el sarcasmo), decidieron castigar a los que habían apoyado a su rival. Y entre ellos, haciendo gala de su incapacidad para decidir correctamente, se encontraba el Principado de Catalunya.
Ilustración sobre el asedio de Barcelona en 1714
Está visto que tenemos mal perder porque, pese a estar clara la derrota, seguíamos apoyando a Carlos de Austria. Esta chulería no fue precisamente bien vista en la cúpula del momento y el 11 de septiembre de 1714 las tropas borbónicas entraron en Barcelona para que nos arrodilláramos ante el nuevo rey. No lo tuvieron fácil: los combatientes catalanes lucharon como se lucha cuando sabes que vas a perder: con valentía y pesimismo. Hasta que, finalmente, perdieron.
El 11 de septiembre en la actualidad
En 1886 tuvieron lugar las primeras celebraciones como tales (aún no oficiales) para conmemorar este día. Hubo polémica cuando las autoridades de la época prohibieron al monseñor Jaume Collel leer su sermón en catalán. Sí, por aquel entonces las celebraciones de este día eran bastante católicas y conservadoras.
La celebración por tanto constituye la construcción de un relato, de un mito nacional. Y si algo comparten todas las narraciones de este tipo son tres estadios, tres tiempos que la alimentan: un pasado venerable, un momento en que todo se trunca y un futuro al que aspirar. Por esto se celebra la Diada.