Créenos, nos ha dolido escribir el artículo más de lo que a ti te va a doler leerlo.
Si aceptamos la gastronomía como disciplina sacra, no es erróneo hablar de las atrocidades que se comenten contra el pa amb tomàquet en términos de sacrilegios. Sacrilegios que consiguen que muchos de nuestros ancestros se revuelvan en sus tumbas.
Creo que podemos pecar de muchas cosas, pero de dogmáticos no. No es reaccionario decir que hay gente que respeta poco las tradiciones; que hay cocineros con Estrella Michelin que innovan y fracasan estrepitosamente; que hay tras regiones que quieren parecerse a nosotros, pero no le acaban de pillar bien el truquillo.
Todo esto se puede decir sobre la gente que no venera al «pa amb tomàquet» (lo ponemos entre comillas porque deberían llamarlo atentado contra la gastronomía). Avisamos, la lectura de tales barbaridades puede causar serios traumas.
1. Usar pan de molde. ¡Pan de molde! ¿Pero estamos locos? Nuestro pobre pan de pagès cocido con leña sustituido por esto… Y si lo haces con Pan Bimbo ya es una auténtica barbaridad. Sé que no me crees, pero lo he visto con mis propios ojos.
2 – Que le eches ajo pasa. Que le eches perejil es de psiquiátrico.
3 – Esta podría ser la peor de todas: Hay personas (bueno, personas) que colocan el tomate en rodajas en lugar de untarlo… Sin calificativos.
4 – Hay algunas personas que incluso se atreven a rallarlo.
5 – O usan tomate triturado DE BOTE. Sí, hijos míos, leéis bien. De bote. De hecho, en la foto de aquí abajo (en el nombre de la marca) puedes ver un spoiler de cuál es su sabor.
6 – Esto es pan. Esto es tomate. Pero lo que está claro es que esto no es pa amb tomàquet. Chefs amantes del nitrógeno líquido y cocina minimalista, por favor, dejen en paz a nuestro pobre emblema.
7 – Por último y no menos importante, aceite de oliva virgen extra. Ningún otro. Ni girasol ni refinado ni nada.
¿Suficientemente alterados? Tranquilos, por suerte son pocos los monstruos que existen entre nosotros. Pero si alguna vez ves a alguno de ellos, párale antes de que haga una locura y explícale lo que es un manjar en condiciones.
(Solo se nos ocurriría una pequeña innovación con un mínimo de consentimiento, añadirle jamón. No sería el pa amb tomàquet más puro, pero… ¡Qué tostada te llevarías a la boca!)