Y tú, ¿lo conocías?
Como mi relación con el clickbait es igual de conflictiva que la de cualquier persona que lea esto, solucionaré rápido la cuestión del titular. Y luego que se quede leyendo quien quiera saber más sobre este lugar.
El secreto que revela el Pasaje de les Manufactures es el siguiente: Barcelona está construida sobre un acantilado, pero las capas de la urbanización lo hacen imperceptible en cualquier otro punto de la ciudad. Y este pasaje revela esta realidad. Si no fuera así, ¿qué sentido tendría el desnivel de cuatro metros que existe entre dos calles paralelas como son Trafalgar y Sant Pere? Solo tiene sentido orográfico o geológico.
Dicho de otra forma, el Pasaje de les Manufactures es testigo del paso del tiempo. Es el vestigio mínimo relativo a lo que Barcelona fue algún día. Es más: es la separación manifiesta entre el Born y l’Eixample.
Pero no solo es testigo de una circunstancia geológica. En un sentido histórico, también es plausible pensar en el Pasaje de les Manufactures en términos de pasado industrial.
Porque en la odonimia (la etimología del callejero) reposa la lógica y la evidencia. Si el Pasaje de les Manufactures se llama así es por la sencilla razón de que el centro neurálgico del textil barcelonés se ubicó aquí. Tan verídico es esto como que antes de llamarse Pasaje de les Manufactures, se llamaba Pasaje de la Indùstria. Aunque también es cierto que nadie le llamaba así: la gente de finales del XIX lo llamaba el pasaje d’en Cirici. Y es que Joan Cirici, fabricante de toldos, fue quien lo fundó.
Aquí se concentraron bares, comunidades de vecinos, administraciones de lotería y fábricas hasta que en una fecha indeterminada (o no determinada por falta de interés o de diligencia periodística), el chiringuito cerró y paralelamente fue huella geológica y fósil urbano.
Su vida útil –es muy factible que el lector de estas líneas lo sepa– ha sido recientemente resucitada. Y sin la intención de que sirva de precedente, eso es algo que se lo tenemos que agradecer a la iniciativa privada. Concretamente al hotel Yurbban, que estuvo dos años para adecentarlo y que aceptó la supervisión del Instituto del Paisaje Urbano.
Ahora el pasaje ha ganado luz y es transitable todos los días de 8 a 23h. Su renovación ha pasado por la apertura de un Flax and Kale, de la recuperación de los techos artesonados de escayola y por la instalación de una escultura.
Petjades (Pisadas), así se llama esta escultura, fue ideada por Antoni Yranzo. Y es una escultura que representa la esencia del pasaje, que está inspirada por las huellas del pasado, que reúne representaciones de pisadas colgadas del techo. Recordando que éste es un lugar de los viandantes y, por lo tanto, de los barceloneses.