Como si estuvieras en Varadero… pero sin que te haga falta ir al Prat, facturar, hacer dos escalas y pasarte x horas en un avión esperando a llegar. Así es como se puede describir la sensación tras llegar a San Pol de s’Agaró (importante no confundir con San Pol de Mar, que no está nada mal, pero es otra).
A pesar de que cabe la posibilidad de llegar hasta esta playa de la Costa Brava en transporte público, el tiempo gastado en ir (dos horas de ida y otras dos de vuelta) quizás no compensa. De ahí que la condición de tener coche se antoje necesaria o, cuanto menos, aconsejable. Como con cualquier playa que esté de Blanes para arriba.
Porque esa es la condición que poníamos el otro día para hablar del paraíso en la tierra, de las costas soñadas por la jet-set, de las calas más exclusivas: que esté de Blanes para arriba. Que sea la Costa Brava, en suma.
Esa condición y esas características las reúne la playa de San pol: extensa como es y con arena fina cubriendo su litoral. El leve oleaje y la poca profundidad de sus aguas que hacen de la playa un lugar idílico para ir con niños. La accesibilidad a todos los servicios (alquiler de barcas, patines, sky) y el ambiente familiar sin que -salvo en temporada alta- sea especialmente atosigante: si buscas música y chiringuitos, San Pol de s’Agaró no es tu playa.