Aunque, técnicamente, el titular evocaría algo incierto. Hablar de la playa de Begur no es correcto. No. Mejor hablar de las playas. Y mejor dotar de importancia al plural. Y mejor seguir concretando y decir que la playa -las playas- está en Girona, en la Costa Brava. En Begur, como decimos.
La zona, toda ella, es digna de ser el contexto ideal de un anuncio de cierta cerveza catalana con logo rojo y una estrella. La zona, decimos, es el Mediterráneo como nunca se ve: no es el Mediterráneo de Benidorm, de Barcelona, de Peñíscola. Qué va. Es el Mediterráneo que gusta por aquí: el de Blanes para arriba –sin desmerecer el que hay de Blanes para abajo, que tiene playas espectaculares–. El de aguas cristalinas, de vegetación incursionando hasta el litoral, de acantilados recortando la orografía.
Begur, dicho sea de paso y para más información, se divide en tres zonas.
Norte: las playas del norte son las del Racó, la de Illa roja y la de Sa Riera. La del medio, la Illa Roja, es una de las calas nudistas más importantes, no sólo de Begur, sino también de la Costa Brava.
Centro: en esta zona hay playas como Aiguafreda o Sa Tuna. Sa Tuna llamada así (sorpresa) por el barrio marinero que preside la playa.
Sur: Platja Fonda, Fornells y, la más popular, Aiguablava. Esta última es probablemente la que más se llena de gente. Y se llama así por el color de sus aguas.