Guantes, bolsas biodegradables, calzado cómodo y a correr desde la Barceloneta hasta la Mar Bella haciendo paradas concretas.
“Ya que pasa el Pisuerga por Valladolid”. Creo que este refrán ejemplifica la filosofía de vida que más disfruto, respeto y admiro. Y el plogging, igual que sacar la basura cuando paseas al perro o cocinar de más, la ejemplifica muy bien. Esta filosofía también se define de la siguiente manera: a las acciones de costes fijos elevados –salir a correr– se le añaden unos costes variables mínimos –agachar el lomo– y el resultado es un beneficio superlativo.
El deporte, si es que no hay nadie en la sala a quien le parezca mal que le llamemos deporte, nació en Suecia hace un par de años. Y es básicamente recoger la basura que otros tiran mientras se hace running. O sea: contribuir al establecimiento del equilibrio natural del mundo: unos lo llenan de mierda y otros lo recogen.
El nombre, plogging, viene, básicamente, de la unión de Plocka upp –que en sueco significa recoger– y running. Y quienes lo practican defienden que a la actividad aeróbica natural se le añade un trabajo adicional de sentadillas.
Y, bueno, en Barcelona ha cogido bastante repercusión y hay una página de Facebook (Barcelona Plogging) y otra de Instagram. Y esas páginas sirven para congregar a los adeptos en sitios concretos –normalmente el Buenas Migas de la Barceloneta– a horas concretas –normalmente a las 7:30.
Guantes, bolsas biodegradables, calzado cómodo y a correr desde la Barceloneta hasta la Mar Bella haciendo paradas concretas.