Ocurrió ayer en la Mar Bella.
Miles es una cifra lo suficientemente grande como para dar cuenta de la dimensión del problema. Hay quien dice que 3.000 y quien dice que 5.000. Poco importa la cifra exacta. La molestia es visible y la protesta manifiesta.
Ayer, con la mediación de la IMU (Unión Internacional para la Defensa de los Motoristas) y de ANESDOR (Asociacion Nacional de Empresas del Sector de los Dos Ruedas), se juntaron los motoristas de Barcelona para protestar por algunas de las últimas declaraciones del Ayuntamiento.
Los motoristas sienten que el uso de la moto está siendo criminalizado. Criminalizado porque en 2020, durante los episodios de alta contaminación, el 40% de las motos barcelonesas no podrán circular. Ese 40% no es un número al albur. No, es el porcentaje de motos que no tienen la etiqueta medioambiental que otorga la DGT.
El párrafo anterior, no obstante, es una simplificación del problema. Los motoristas van más allá y piden a Colau un carril moto en la entrada de la ciudad. También quieren permitir la circulación de motos por el carril bus. Persiguen, en suma y muy lícitamente, una mayor seguridad. Pequeñas garantías que lleven al descenso del número de accidentes.
La manifestación de ayer se inició en el aparcamiento de la Mar Bella y se expandió a otras calles de la ciudad. Del aparcamiento de la Mar Bella y recorrió parte del litoral desde el Fòrum hasta la plaza de los Voluntaris para subir por la calle de Marina y regresar al mar por Via Laietana tras girar por Aragó.