Los pueblos llevan décadas protagonizando una lucha sin cuartel contra el ostracismo, buscando fórmulas para atraer a la gente joven y revitalizar, en definitiva, la vida rural. Es el ejemplo de Penelles, un pequeño municipio de la provincia de Lleida, que no supera los 500 habitantes, pero que cuenta con dos empresas de la zona que se dedican al diseño. Apoyadas por el Ayuntamiento, dieron luz a un festival que ya se ha convertido en uno de los más importantes de España.
Gracias al Gargar Festival de Murales y de Arte Rural, conocido popularmente como Gargar, el pueblo se ha ido decorando a lo largo del último lustro con las obras de numerosos artistas. Muchas de las fachadas del pueblo están pintadas con retratos, algunos de ellos de los vecinos del propio pueblo. Todo un espectáculo que atrae cada año a más amantes de los grafitis y del arte en general.
La iniciativa ha caído de pie en el mundo rural. Por eso, algunos pueblos ya se han inspirado en el Gargar Festival como los pueblos de Cheste en Valencia y Fresnedillas de la Oliva en Madrid. Ahora todos quieren convertirse en la capital del conocido como «street art».
FOTO DE PORTADA: Montse Fl