La pandemia parece haber traído consigo nuevos usos y costumbres. Es el caso de las quejas relacionadas con la convivencia, a causa, tal vez, de un año en el que nos hemos acostumbrado a vivir aislados, aburridos y, al fin y al cabo, en paz. Junto con el de la hostelería, otro de los sectores afectados por esta pandemia, es el de los trabajadores a pie de calle, entre los cuales, los conductores de bicitaxis, las tienen todas para convertirse en protagonistas.
A finales de mayo del pasado año volvían, muy poco a poco y después de un año más duro que de costumbre, a rodar por Barcelona. Y a principios de este verano, ya se anunció que se reforzaría el control sobre su circulación al tiempo que se trabajaría en el rediseño de un nuevo marco de regulación específico. Tal y como se esperaba, este verano la afluencia de turistas ha superado con creces a la anterior y el precio a pagar están siendo las multas.
A principios de junio, se habían notificado 588 denuncias a vehículos de movilidad personal y ciclos de más de dos ruedas de uso comercial por parte de la Guardia Urbana en lo que llevábamos de año. Y el Depósito Municipal de Vehículos albergaba, entonces, 255 de movilidad personal en modalidad de alquiler y sólo 35 bicitaxis. A finales de julio, 20minutos comunicaba que ya eran casi 2000 las denuncias a bicitaxis, siendo las infracciones más comunes circular o aparcar fuera de los espacios delimitados para ello.
Desde 2016, todos los vehículos de movilidad personal (bicis, patines, etc.) se ven afectados, en teoría, por restricciones de paso durante el verano. La circulación de estas modalidades está permitida en el eje norte-sur desde la plaza del Portal de la Pau, paseo Colón, paseo de Isabel II, avenida del Marquès de l’Argentera y paseo de Circumval.lació, y en el eje este-oeste, paseo Picasso, paseo Lluís Companys y paseo Pujades a la avenida Meridiana.
En el caso concreto de las bicitaxis, además de circular por los espacios permitidos, la única normativa por el momento se limita al deber de registro de cada una de ellas en el Ayuntamiento, así como disponer del seguro correspondiente. Sin embargo, de todos los trabajos que surgen del turismo, este es probablemente donde se dan mayores índices de clandestinidad. Por eso, las empresas que alquilan estos vehículos, así como los autónomos que las conducen, son los primeros interesados en que la legalidad impere en el negocio.
Aún así, con ley o sin ella, parece que los números no dan para un sector tan precarizado. En este contexto, sobre todo teniendo en cuenta que gran parte de sus trabajadores son migrantes, una regulación del sector realmente alejada del abuso del turismo podría suponer, finalmente, una buena noticia.