Spoiler: no es porque las ratas de Barcelona hayan aprendido a nadar.
La veracidad de que después de la lluvia llega la calma es, como poco, cuestionable. Al menos lo es en Barcelona. Y lo decimos a tenor de las consecuencias de la sorpresiva y atemporal lluvia de este fin de semana.
Una lluvia que ha dejado tras de sí alguna escena más fácilmente relacionable con un castigo bíblico que con la consecuencia de un acontecimiento temporal
Nos referimos concretamente a las diez playas de Barcelona. Playas en las que ayer ondeaba la bandera amarilla por los residuos acumulados durante todo el finde.
Las zonas de los espigones han sido las más afectadas: basura e incluso ratas flotando sobre el sucio Mediterráneo. Circunstancias que, por cierto, no fueron suficiente para amedrentar a los playistas: no vieron en las ratas razones de peso para posponer el baño.
Los valientes, intrépidos o menos escrupulosos del lugar se bañaron, huelga decirlo, mientras los servicios de limpieza hacían su trabajo. Un trabajo que ha sido efectuado con toda la diligencia del mundo, ya que hoy ha vuelto a ondear la bandera verde.