Si tuviéramos que mencionar un elemento -y solo uno- sin el cual el crecimiento histórico de Barcelona no hubiera existido, lo tenemos claro: la acequia condal (llamado o conocido también como Rec Comtal)
Valga esta breve perorata perentoria (perdón por la cacofonía) para dar cuenta del sentido que tiene la existencia de hasta cinco calles que homenajean su ya no operativa existencia. Las calles son la del Rec Comtal, la del Rec, la de la Sèquia, la de les Basses de Sant Pere y la de la Sèquia Comtal.
Antes de continuar (y para posibles despistados), el Rec Comtal era una acequia o un afluente artificial del rio Besòs que cruzaba toda Barcelona y servía, entre otras cosas, para mover los molinos que pillaban de camino, para el abastecimiento agrícola y para los usos industriales.
Aunque a la hora de hablar del Rec Comtal la tendencia generalizada es la de remitirse a la Edad Media, existe la certeza de que los romanos fueron los primeros en surcar el terreno. Pero con más recelo, si cabe la expresión. Y es que los que habitaran Barcino soterraban sus estructuras: para ellos la calidad del agua era muy importante.
No tanto para Miró I de Barcelona, quien ordenó la reconstrucción en el siglo X. Los coetáneos de Miró, decimos, sólo querían el agua para hacer mover molinos y para los usos industriales, así que no les interesaba tanto la calidad. Eran más prácticos y su canal reconstruido iba a cielo abierto.
En su transcurso hasta el Mediterráneo, pasaba por huertos como el de la Ribera o Sant Pere y en el último tramo se instalaban peleterías o tintorerías, que se abastecían del agua de la acequia para desarrollar sus oficios.
Durante todos esos años el sentido de la existencia del rec fue total: sin él, difícilmente se hubiera podido llevar agua a la ciudad. Y sin agua, difícilmente podría haber prosperado una ciudad como Barcelona (sin ríos en sus inmediaciones). Y así fue hasta la consolidación del Plan Cerdà y las distintas construcciones que permitieron la potabilización del agua.
Nadie ha negado nunca la importancia del Rec Comtal, pero nunca está de más reivindicarlo. Es un bien cultural de interés local y no se mantiene como un paritorio de mosquitos, sino que se conserva con cuidados. Este homenaje también se rinde en el bautizo de calles. Como hemos dicho, hasta cinco tramos de distintos puntos de Barcelona hacen referencia a esta construcción fundamental.