Con un recorrido de 758 metros, el funicular de Montjuïc se modernizará.
Bien es sabido por todos que la orografía de Barcelona es un arma de doble filo. La aportación a la ciudad en forma de belleza paisajística es incuestionable. Ahora bien, la merma que implica su mera existencia en la practicidad de según que asuntos también lo es.
Tanto es así que si en Barcelona no existieran medios de transporte, los nativos serían o los ciudadanos que menos conocen su ciudad o los ciudadanos que más gemelos tienen.
No obstante, gracias a los organizadores de la Expo Internacional de 1929 hay un funicular que permite el acceso a Montjuïc (también está el del Tibidabo, que es el más antiguo de España y también está en fase de renovación).
El tema es que dada la precariedad de las instalaciones y del servicio, el funicular de Montjuïc va a sufrir o disfrutar una reforma integral. Una reforma basada en confort, seguridad e información, pero también en equipamiento e instalaciones. Especialmente necesarias son en el último aspecto dados los problemas que acusa: filtraciones de agua o humedades.
Ya ha salido a concurso público el anuncio de licitación, está previsto que las obras duren 17 meses y la intención es que el transporte siga funcionando. Que se trabaje por la noche y en aspectos que no condicionen el uso natural del medio. Y que cuando se cierre -porque se tendrá que cerrar- intensificar la presencia de los autobuses regulares y del autobús lanzadera.