Veamos, hay una tendencia generalizada a diferenciar entre el turismo de costa y de interior –al menos durante el verano. En el de interior sólo caben los paseos interminables. En el de litoral, apenas hay más cosas que plantar la toalla en la arena y no moverte de ahí en todo el día.
Claro que hay excepciones. Barcelona ciudad es una de ellas. Roda de Bará, también
Si bien es cierto que este pequeño pueblo del litoral catalán está en Tarragona, no es menos cierto que su cercanía a Barcelona –apenas una hora desde Sants, en coche algo menos- es evidente. Roda de Bará está en Trragonès, la primera comarca de Tarragona según vas hacia el sur.
Retomando la premisa inicial, diremos que Roda de Bará es uno de los pueblos mejor conservados y más históricos de Catalunya. Y lo es por su castillo que no es tal o por el Arco de Bará o por Roc Sant Gaietà o por ser un lugar de paso de la Via Augusta.
Desmenuzando cada cosa: el castillo era una masia del Siglo XVI que se reformó en el Siglo XX y que ahora es un bien cultural de interés nacional. El arco es uno de los monumentos romanos más interesantes de Cataluña.
Mención más extendida merece Roc Sant Gaietà, una suerte de intrapueblo creado en los 60. Creado, esto es importante, con la arquitectura española y la más canónica históricamente como referente. Dicho de otro modo, aquí se imitaron las creaciones arquitectónicas idealizadas de España. No monumentos concretos, sino patios andaluces, hórreos gallegos.
En lo que a playas se refiere, Roda de Bará tiene cuatro. Y eso que es un pueblo de apenas seis mil habitantes. Están, por un lado, la más larga que, la casualidad, se llama Llarga y mide 1.100 metros. Por otro lado están la Costa Daurada de 770 metros, la Pallisseta de 120 y la Punta d’en Guineu con 140.
Todas ellas son playas de arena fina y equipadas con todos los servicios: socorrismo, accesibilidad a gente de movilidad reducida, duchas, sanitarios, parkings…
Parece increíble que un pueblo tan pequeño tenga tantos atractivos.