Y, además, en la mejor ubicación posible: en la caseta de Migdia, un lugar secreto enclavado en Montjuïc.
La repetición de esta tradición (valga la redundancia) responde a un motivo muy claro: la obsesión de los catalanes con el fuego. Se podría decir que el plan de sardina y rumba es el sustituto conceptual de los calçots. Brasas y campo es el contexto, lo que se le quiera añadir de forma troncal es casi secundario.
Así, insistimos, desde la caseta de Migdia lanzan esta propuesta estival como el impulso necesario a mitad de semana para llegar animado al viernes. Porque -y esto es importante- las noches de sardinas, rumba y Moritz se van a repetir todo el verano. Miércoles tras miércoles.
Otra cosa que hay que destacar es que hemos usado el plural de sardinas. Y lo hemos hecho así porque no hay límite. Sí: barra libre de sardinas. Además, la comida va acompañada de una ensalada, de pa amb tomaquet, de un par de Moritz, de un porrón de vino y de un postre: brocheta de melón y sandía. ¿El precio? 25€.
El espectro musical estará copado por el grupo Rumba-Lá, que harán de la noche un remanso de catalanismo. De hacer sentir al asistente que está bebiendo de las tradiciones más clásicas. Rumba, sardinas y Moritz.
Ahora bien, no vayas a plantarte ahí con todas tus buenas intenciones sin reserva previa: lo más probable es que todas las mesas estén llenas. Por eso, antes de ir es aconsejable hacer una reserva. En este link tienes los datos de contacto.