Sato i Tanaka, a diferencia de Ortega i Gasset o de Ramón y Cajal, sí que son dos personas. Son dos itamaes –jefe de cocina japonés. Y además de dar nombre al restaurante que regentan, alimentan a sus visitantes. Casi casi directa y literalmente.
Y es que Sato i Tanaka es, por estética y disposición, una clásica taberna japonesa. Este tipo de negocios se definen, además de por la excelencia de su materia prima y la calidad en la elaboración, por la disposición en barras.
Bien, pues Sato i Tanaka tiene dos barras: una la lleva Aki Tanaka y la otra, Ryuta Sato.
Otra de las características que definen a una taberna japonesa es la limitación del aforo. En Sato i Tanaka apenas caben 15 personas. Quien mucho abarca poco aprieta, dice el refrán. Aquí se abarca poco y se aprieta mucho a base de lo que han venido a ser catalogados como “los mejores nigiris de Barcelona”.
¿Por qué los mejores? Porque si leerlos genera una producción de saliva insana, imagínate probarlos. A saber, el nigiri de navaja, el nigiri de salmonete, el nigiri de gamba roja.
Contra lo que cabría pensar, no es necesario empeñar el medallón para probar su menú. Los precios en Sato i Tanaka son insultantemente accesible. Dependiendo de lo que quieras, claro. Puedes comer al medio día por 15€. Y también probar el menú degustación por 55.
Harina de otro costal es lo de encontrar sitio. Su escaso aforo convierte en cándido a quien quiera ir sin reservar.
Artesanos de una cocina en expansión, luthiers del sushi o virtuosos de la cocina. Sato i Tanaka es lo más cerca que se puede estar de Japón sin coger un avión.