Para que una cosa deje de ser esa y pase a ser otra, tiene que rebasar una línea. Normalmente una fina línea. La línea del segundo que impide que te atropelle un coche, la línea de la tilde puesta o no puesta y el consiguiente suspenso o aprobado por los pelos, la línea que es tener un número en la lotería y no ganarla por un 7 o un 8. La vida misma.
Eso ocurre con la tortilla de croissant y jamón ibérico de Les Truites, la tortillería por antonomasia de Barcelona. Ocurre, decíamos, que está en ese punto polémico, en ese lugar privilegiado. Entre distintas aristas: la genialidad o la locura, la más pura guarrada gastronómica o la delicia extrema.
Porque el concepto es ese: huevo, croissant desmigado y jamón ibérico. Ingredientes que, por separado, constituyen un desayuno continental casi casi de alta alcurnia, pero que unidos en un único plato son dignos de suscitar polémicas en la casa de todo hijo de vecino.
Para que te hagas una idea, así luce la receta que publicaba en su perfil de Instagram @rafuel55 y que (entendemos) se preparará de forma similar:
Aquí el debate de concebollistas o sincebollistas es como un debate sobre el aborto en una cumbre de partidos de izquierdas: insustancial, se da por obvio, no tiene sentido traerlo a colación. En el momento que metes bollería en una tortilla, ¿quién se va a preocupar o a indignar por el hecho de que esa tortilla lleve o no lleve un poquito de inofensiva cebolla?
Bien, en Les Truites el debate se llevaría al siguiente nivel: que si la tortilla de calçots con salsa romesco, que si la de caviar y cangrejo, que si la de espaguetis al pesto. Todo vale. Hasta en 180 tipos de tortillas, todo vale.
Les Truites es, en suma, un restaurante no apto para reaccionarios. Aquí a un hater de la innovación le puede dar un parraque sólo con cruzar el dintel que marca el número 22 del Carrer d’Arimon (entre Sarrià y Gràcia). Ahora bien, si eres un fanático, un entusiasta, un friki de la tortilla, estás tardando en ir.
Foto de portada: @lestruites