Decir que en Barcelona no es común orinar en la calle sería mentir. Ver a una persona de espaldas en algún callejón oscuro o agachada con los pantalones bajados en un recoveco es una escena habitual de las noches de fiesta y de las zonas más concurridas de Ciutat Vella. En un ciudad con paredes centenarias, el pipi de los noctámbulos corroe piedras que llevan siglos viendo pasar la ciudad por delante.
Ahora, un artista se ha cansado de ver que las esquinas de su ciudad huelen a meada, y ha puesto una solución creativa al asunto: si la calles se usan de lavabo, al menos que haya meaderos en ella.
Eso es #Fuera de Servicio, un «proyecto para reflexionar sobre el uso que le damos al espacio público», en palabras del artista Joan Juncosa, y criticar el incivismo para con el patrimonio de la ciudad. Para ello, decenas de urinarios de colores colgados en puntos icónicos de la ciudad con un cartelito que reza «Fuera de servicio», y que convierten la pared en un meadero no utilizable.
«Me entristece ver la ciudad así», dice Joan Juncosa, «creo que hemos normalizado la situación, invisibilizando esta realidad». La realidad es que paredes centenarias de la ciudad son, demasiado a menudo, meaderos públicos.
Contra ello, un centenar de retretes de colores colocados en todo tipo de sitios. Desde sl ábside de la Catedral, la plaza Real o el mercado de Santa Caterina, pasando por esquinas anónimas o, incluso, puntos donde los mismos vecinos piden una obra para concienciar sobre la dejadez del espacio.
Estos urinarios activistas están fuera de servicio, pero habrá que ver cómo los usan y cuánto duran. Está por ver si se cumple el objetivo de Juncosa, que su obra sirva de recordatorio de que «la calle está ahí para disfrutarla. pero también, y no menos importante, para mantenerla”, y que ojalá «Barcelona vuelva a brillar” gracias a iniciativas como esta.