Obras censuradas. El atractivo es innegable. Y resulta llamativo que sean tantas como para poder montar con ellas una exposición. Un total de 150 piezas compondrán esta muestra que llegará a Barcelona la próxima primavera gracias a la iniciativa del empresario Tatxo Benet, que se ha encargado de ir adquiriendo obras que han sufrido censura de algún tipo. «Hay intolerancia religiosa, política y de género. Aquí saldrán retratados todos, toda clase de poder», decía Benet en declaraciones a TV3.
No faltará la polémica de unas obras que buscan sacudir y hacer pensar, cuestionar el canon. La trayectoria de Benet en esta línea no viene de muy lejos. La primera de estas obras censuradas que compró fue Presos políticos en la España contemporánea, una pieza de Santiago Sierra que fue retirada de la feria Arco de Madrid hace tres años. Después vendrían otras no menos llamativas: Amén, por ejemplo, de Abel Azcona, hecha a base de hostias consagradas y que provocó la denuncia de entidades cristianas; Not dressed for conquering, firmada por Inés Doujak, que mostraba al rey emérito en una postura delicada; o Tiburón, de David Cerny, materializada en una figura de Saddam Hussein sumergida en un tanque.
La exposición estará de forma permanente en la Casa Garriga Nogués (ubicada en la calle Diputació, entre Rambla Catalunya y Balmes), un palacete modernista obra de Enric Sagnier por el que han pasado instituciones como la Enciclopedia Catalana, la Fundación Godia o la Fundación Mapfre.