¿Desde cuándo lleva el Parque de Atracciones del Tibidabo activo? Da la sensación de que toda la vida. Lo más gracioso es que no es una observación, porque tienes que tener 118 años para haber visto cómo comenzaban a construirlo. Y claro, todo lo que puede ver un bebé recién nacido.
Aquí te desvelamos cuándo comenzó la aventura del parque y otras curiosidades del recinto más mágico de Barcelona (con permiso de Gaudí).
1. Y empezamos por lo prometido, que es deuda. Fue el 29 de octubre de 1901 cuando el parque abrió por primera vez sus puertas. Mucho ha llovido desde entonces. Algunas atracciones sobreviven casi como empezaron, otras se han reestructurado y muchas desaparecieron. Lo que no cambia nunca es la diversión y la magia que se respira.
2. El dato más curioso de los inicios del parque es que el proyecto lo promovió un farmacéutico, Salvador Andreu, quién lo ideó dentro de un proyecto de urbanización de la montaña que además del parque incluía la creación de una línea de tranvía y un funicular. Así que cada vez que vayáis al parque, pensad que estáis ahí gracias a que a alguien le fue realmente bien vendiendo aspirinas.
3. A partir del año 2000, y durante un tiempo hasta que acabó en las manos del Ayuntamiento de Barcelona, el parque fue propiedad de la empresa Chupa Chups. Menos mal que no fue en los tiempos que corren, porque lo hubiéramos llamado Parc d’Atraccions Chupa Chups Tibidabo. Me dan escalofríos solo de pensarlo.
4. L’Embruixabruixes (la antigua Magatzem de les Bruixes i els Bruixots) es de todas las atracciones que siguen en activo la más antigua del parque. Se inauguró el 22 de mayo de 1915 con el nombre de Ferrocarril Aéreo y ahí está desde entonces.
5. ¿Sabíais que l’avió se mueve gracias a su propia hélice? Pues sí, la grúa que lo sujeta solo hace eso. Sujetarlo. Es el mecanismo del propio avión el que hace que frene y acelere.
6. Cuando la Talaia te lleva a lo más alto que le permite su mecanismo, te encontrarás a 552 metros sobre el nivel del mar. Por algo es una de las vistas de Barcelona más solicitadas junto con otra de las grandes atracciones del Tibidabo: la noria.
7. Siempre me dio mal rollo el Museu d’Autòmats y en particular una figura: la representación de la mítica Monyos. Hay auténticas joyitas, como el «payaso mandolinista» que fabricado en 1880 es el abuelo del lugar.
8. Por cierto, un gran fan de este museo fue el propio Walt Disney, quien no solo se inspiró en el parque para construir su Disney World sino que le encantaron tantos los autómatas que puso un cheque en blanco para comprarlos. Pero en Barcelona somos mucho de querer a nuestras criaturas, y esos adorables (y no tanto) robots no estaban en venta.
Foto: Flickr de Jimmy Baikovicius