Ahora deberíamos estar pasando por los últimos días del veranillo de San Miguel o, como yo prefiero llamarlo, el «veranillo del membrillo». Lo que pasa es que teníamos acumulados unos cuantos avisos de lluvia sin cumplir que, finalmente, están mojando un poco las calles. No sabemos, sin embargo, si estará siendo suficiente para lo que el suelo necesita, después de un verano tan seco.
El caso es que, teniendo en cuenta que estos días no deberían estar siendo de lluvias sino que estas lluvias vienen, sencillamente, con retraso —y que lo que en teoría, según los planes del cielo, deberíamos estar pasando estos días era algo así como calor—, ahora es cuando deberían venir las lluvias, con San Francisco de Asís.
La onomástica del 4 de octubre marca siempre el verdadero comienzo del otoño, el momento en que las temperaturas bajan y nosotras nos subimos al altillo para sacar la ropa de invierno.
El agua que cayó ayer, miércoles, fue dada en aviso por el Servei Meteorològic de Catalunya en alerta de peligro por lluvias intensas. Pero fueron lluvias normales. Normales, pero lo suficientemente consistentes como para hacer que nos diéramos cuenta de lo poco que ha llovido en todo este tiempo.
Nosotras, una vez más y como buenas mandadas que somos, nos informamos y comunicamos lo que los expertos dicen. Que luego llueva o no, ya es otra historia. Y si el fin del mundo va a venir así de soleado, pues bueno, ni tan mal.