
Nos hemos de los bancos. Los escenarios de tantas vidas son cada vez más una anécdota en la gran ciudad, ignorados frente a las terrazas de los bares. Pero hay sitios donde todavía son importantes y en los que, por casualidades, los bancos trazan una línea fina que conectan la vida lenta de un pueblo soriano con el ritmo y el ruido ensordecedor del campo de fútbol de uno de los estadios de fútbol más importantes del mundo.
Ahora mismo, el Camp Nou está sumido en plena reforma y monetiza la nostalgia vendiendo desde trozos de césped a diamantes hechos con restos del estadio. Pero mucho antes, en 1994, el campo ya viviño una gran renovación en la que las butacas tuvieron que ser sustituidas. Muchas acabaron en la basura pero otras muchas acabaron, por esas cosas, en Langa de Duero, un pueblo de Soria que ahora tiene por bancos donde ver la vida pasar las butacas de un estadio que donde toda la población podría caber más de 100 veces. Esta es la historia.
Los bancos que fueran del gol norte a un pueblo de Soria
Durante las obras de 1994, muchas de las antiguas butacas fueron retiradas del Camp Nou y, en lugar de ser vendidas o reutilizadas en otros recintos deportivos, fueron donadas. Lo explica un artículo de Relevo, que a su vez, cita a DesdeSoria: hoy, en las esquinas y calles de un pueblo de menos de mil habitantes de la provincia de Soria se pueden ver esas butacas a modo de bancos callejeros. ¿Cómo llegaron hasta ahí?
Al parecer, unos vecinos de Langa que tenían un restaurante cerca del estadio se enteraron de estas donaciones. En aquella el mercado era algo distinto, no todo se monetizaba y la única condición que puso el FC Barcelona para donar esos asientos fue que había que venir a buscarlos.

Así, en 1994 un gran camión partió desde la Ciudad Condal y recorrió más de 600 kilómetros hasta este rincón de Castilla y León cargado con las icónicas butacas azulgrana, que ahora están repartidas por el pueblo.
Desde las calles hasta los caminos del entorno, pasando, obviamente, por el campo de fútbol del Langa, donde los aficionados pueden sentarse a ver a sus estrellas exactamente en el mismo sitio en el que algún culé vio la temporada de 1993, en la que Cruyff era el entrenador, Koeman lideraba la defensa y un mítico Romario marcaba los goles que hacían levantar a los aficionados de estos asientos viajeros.