Grecia, Italia y España son los países que lideran esta lista.
Las cifras absolutas, si son comparadas con otras más cercanas, pueden servir para dar verdadera cuenta de la situación real: en 2017, en la costa de Barcelona, los cruceros emitieron casi 5 veces más óxido de azufre que todos los turismos de la ciudad. Más drama: solo Carnival Corporation, la operadora de crucero más grande del mundo, emitió diez veces más dióxido de azufre que los más de 260 millones de vehículos que circulan por Europa.
El estudio lo ha llevado a cabo y lo ha difundido la oenegé Transport and Environment. Y Barcelona es protagonista por triple partida. Primero: es el primer puerto europeo en tráfico de grandes cruceros (el sexto del mundo); segundo: líder en emisiones de óxido de azufre; tercero: líder en óxido de nitrógeno.
¿Por qué en Barcelona? Sería la pregunta más evidente. Desde instituciones ecologistas se dice que el turismo es una razón de peso, sí, pero también lo es la laxitud de la normativa del óxido de azufre. De hecho, una de las quejas principales es que “Mientras las ciudades están limitando la circulación de coches diésel para reducir la contaminación que respira su población, están dando vía libre a las navieras”.