Una tumba en plena calle en la Rambla de Prim. Eso parece, pero no lo es. Es un monumento, y no uno cualquiera, está dedicado a la memoria de Theolongo Bacchio. ¿Sabes quién fue? Pues un caudillo de la tribu layetana (esa que da nombre a la Via Laietana) que combatió a los cartagineses en Blanes. Hasta aquí, nada extraño en que alguien así tenga un monumento en Barcelona. El problema es que Theolongo, muy a su pesar, nunca existió.
Sí, tal como lees. Barcelona tiene un monumento a un héroe que no existió. Solo lo hizo en la imaginación de Florián de Ocampo, un historiador del siglo XVI que a saber por qué se inventó a este caudillo en su «Crónica general de España». Como documentar por esas fechas era complicado y demostrar las cosas más todavía, los historiadores que le sucedieron le siguieron el rollo y el personaje del caudillo empezó a aparecer en otros relatos. Y nadie lo desmintió.
Pero… ¿quién puso ese monumento ahí?
Fue en los años 60 cuando desde las entidades vecinales del Besòs se pensó en eregir un monumento profranquista con el fin de recibir alguna que otra ayuda. Se barajaron como opciones a José Antonio Primo de Rivera, al alcalde José María de Porcioles, y a Carmen Polo de Franco. Finalmente se decidió despolitizar la escultura y se eligió a este mito de la historia catalana para inaugurar este monumento en 1973.
Foto de portada: freircorbatasyplancharhuevos.wordpress.com