En la fachada del Palau de la Generalitat figura incólume el rostro de un subsahariano esculpido en piedra.
El arte entendido como artefacto útil para registrar la realidad: sea literatura, pintura, cine o, en este caso, arquitectura. O, más bien, escultura.
Hablamos de la fachada gótica del Palau de la Generalitat, la sede de la presidencia de la Generalitat de Catalunya, una de las construcciones más emblemáticas de Barcelona y uno de los pocos edificios de origen medieval en Europa que se mantiene como sede del Gobierno.
Y hablamos, más concretamente, de la parte del edificio que da al Carrer del Bisbe.
En 1416 se ordenó la ampliación del Palau, y fue en la cara que daba a mencionada calle. Siendo así esta fachada la primera ampliación que se hizo del Palau. Las labores arquitectónicas corrieron a cargo de Marc Safont y las escultóricas, de Pere Johan.
La intención de Pere Johan fue la de registrar a toda la sociedad barcelonesa. Y para hacerlo decidió esculpir las caras de personajes barceloneses aleatorios. Las caras se tallaron en las ménsulas (elemento arquitectónico que en su forma más básica se parece a una escuadra) y esconde entre sus personajes, como en una rueda de reconocimiento, una sorpresa.
Esa sorpresa es la cara de un subsahariano.
¿Por qué sorpresa? Por la sencilla razón de que estamos hablando del Siglo XV, época de esclavos. Y también porque podríamos estar hablando de la primera representación escultórica de un subsahariano en Barcelona.
No obstante, si lo que quería Pere Johan era representar fielmente la realidad, la muestra no podía no incluir esta cara: se calcula que alrededor del 10% de la población de Barcelona en el siglo XV era esclava.
Tan satisfactoria resultó la obra para el adjudicatario que, con la obra acabada dos años más tarde, la cantidad monetaria (diez florines) con la que iba a ser remunerado Pere Johan se vio multiplicada por dos.
Por cierto, no es el único misterio que hay en el Carrer del Bisbe, una de las calles con más historia de Barcelona.
Fuente: La Vanguardia
Foto: La Vanguardia