Lo único malo de Castellfollit de la Roca (Girona) es la hora y 40 minutos que separa a este pueblo de Barcelona. Por lo demás, todo es impresionante. Este pequeño municipio de los Pirineos se encuentra ubicado a la entrada del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa.
Allí, sobre un risco basáltico de 50 metros de altura y con apenas un kilómetro de largo se levanta este espectacular enclave delineado por la erosión de las aguas de los ríos Fluvià y Toronell.
En realidad es el casco antiguo el que se sitúa sobre este risco de roca, conocido como La Cinglera de Castellfollit y originado por la superposición de dos coladas de lava en una zona que hace ya demasiado tiempo que cesó su actividad volcánica, pero la orografía del terreno nos cuenta cosas que no pueden contar los escritos ni los testimonios orales. No solo es uno de los pueblos más hermosos de Catalunya, también de los más pequeños, donde el olor a leña y a platos cocinados a la brasa impregnan sus calles.
El pueblo se compone de casa de piedra basáltica que han resistido durante años y todo parece indicar que así seguirán. El recorrido por sus calles lleva inevitablemente al Mirador Josep Pla, desde donde puede admirarse una vista panorámica de todo el valle.