¿Hasta dónde llega el amor por un equipo de fútbol? En el caso de Cesare, hasta más allá de un siglo. Su equipo en Italia, el Génova (o Genoa, en italiano), uno de los más antiguos del país, está ahora en segunda división, y lleva más de cien años sin ganar nada. Cesare, que diseña ropa moderna para amantes a la antigua del fútbol, aún no ha hecho nada con la ropa del Genoa: «Lo guardo para cuando subamos a primera, y poder celebrarlo como toca».
Cesare es un italiano afincado en Barcelona hace seis año amante del fútbol. Nada extraordinario, de entrada, en una ciudad cuya mayor comunidad migrante nació en Italia, un país que ha creado la iglesia maradoniana, la única dedicada a un jugador de fútbol. Pero Cesare, que habla del fútbol con pasión, vio algo más allá de las bufandas. Con la empatía del que ama y ve el amor de los otros, vio como las bufandas de los equipos amados acaban muchas veces en la basura después de servir para animar una grada por apenas 90 minutos.
La consecuencia de esto ha sido Catenaccio, una marca de roba que saca los colores de los baúles de los recuerdos, reutilizando bufandas y otros complementos de ropa de equipos de fútbol para diseñar prendas únicas que funden el amor por los colores por el amor al diseño y a la estética, demostrando que no tienen por qué ir reñidos.
¿Qué equipo llevarías cosido al pantalón?
A Cesare le sorprende que las camisetas que más le piden, trabajando en Barcelona, sean las del Atlético de Madrid y el Athletic de Bilbao. Eso sí, las que más ilusión le hacen son, como quien caza pokémons, los animales raros, aquellas bufandas o prendas deportivas de equipos lejanos: El Colo Colo de Chile o la sudadera de la que más orgulloso se siente hasta ahora, la del Werder Bremen alemán.
Catenaccio tiene tres formas de producir. Por un lado, puedes pedir alguno de los modelos existentes, donde se pueden encontrar prendas que parecen una radiografía de Barcelona: Aparte de ropa dedicada a Messi y el Barça, hay camisetas de equipos argentinos, italianos e ingleses, y alguna dedicada a Maradona.
La otra forma de fabricar es la que el llama tifosi (hooligans, en italiano), que consiste en que tu le hables de tu equipo a Cesare y el busque entre sus proveedores (a menudo, páginas de segunda mano), bufandas o ropa del equipo que quieras, para diseñar tu propio modelo. Finalmente, está el modelo supertifosi, con la que tu envías esa prenda tuya a la que le tienes cariño (o que tenías olvidada en el baúl) para que Cesare la honre dándole una segunda vida
El catenaccio es una de las exportaciones más exitosas del fútbol italiano, un sistema donde se busca más destruir el fútbol del contrario que crear el propio, o, dicho de otra manera, defender lo propio con uñas y dientes. Quien haya visto mundiales como el del 98, el Mundial en el que Cesare se enamoró del fútbol, recordará a defensas italianos altos como torres, como Materazzi, Maldini o Nesta, peleando frente a un portero mundial como Gianluigi Buffon, por no dejar pasar a nadie.
La ropa de Cesare tiene «una onda noventera». La onda de ese Mundial del 98 en Francia. El Mundial de Ronaldo, Zidane o Gianluigi Buffon, los jugadores que hicieron grande un catenaccio italiano que, años después, ha acabado dando nombre a una pequeña marca de ropa que defiende como pocas que palabras como sostenibilidad y diseño también pueden ir de la mano del fútbol moderno.