Quizás las hayas visto alguna vez en la calle sin prestarles mucha atención. O quizás te hayas apoyado en una pared alguna vez y hayas notado un saliente que se te clavaba en la espalda, y al girarte hayas encontrado un puerto USB saliendo de la pared como si quiera escapar de ella. Son las «Dead Drops», una obra artístico-tecnológica que lleva más de una década en la ciudad.
La obra es idea de Aran Bartholl, un artista berlinés que a partir del año 2010 empezó a colocar memorias USB incrustadas en los muros de las ciudad, con la intención de compartir todo tipo de información y reflexionar sobre el libre de la misma.
Según el mapa de las Dreadp Drops en el mundo hay repartidas más de 2000 memorias, que van desde lugares obvios como Barcelona hasta islas más remotas como Samoa o Maui.
Según el mapa, en Catalunya hay una treintena de memorias, con un rastro que pasa por Girona, Lleida, Igualada o Viella. En Barcelona hay unas 23, aunque no todas siguen existiendo o están en funcionamiento. Esta, por ejemplo, en la calle Llull alberga una película «sobre libertad y conspiración autofinanciada». Muy cerca, en el Pasaje dels Iglesias, 23, habría otra, de contenido desconocido, y en Enriqe Granador, 91, también.
Al final es cosa de mirar el mapa, entretenerse a buscar y empezar nuestra propia búsqueda del tesoro de la información.