Cualquiera que haya visto Barcelona desde las altura en alguno de sus miradores habrá sentido el repentino deseo de saltar sobre la ciudad para zambullirse en ella como si lo que tuviéramos a nuestros pies no fuera un mar de asfalto si no otro de algodón de azúcar pintado.
Y como lo que no puede el ser humano lo puede el arte, en el centro de Barcelona ha aparecido una escultura que hace lo que nosotros nunca podremos: sumergirnos en el suelo de Barcelona. Esa es la idea de «El Saltador», la obra de Jordi Díez que se acaba de instalar justo frente a la Torre Urquinaona.
El pasado 19 de octubre nació en la ciudad una pieza que simboliza un saltador de trampolín justo en el momento de zambullirse en el agua, que es una base con el mapa de Barcelona, como si hubiera saltado desde la misma torre. La escultura mide tres metros de altura y tanto la base como el saltador están hechos íntegramente de acero inoxidable.
La escultura hace que todo el mundo que la observa «se zambulla completamente en Barcelona” para «profundizar en la ciudad a través del conocimiento». Además, el artista considera que la instalación de la obra supone una actualización de un espacio en Urquinaona “que hacía tiempo que no estaba actualizado”.
El artista ha colaborado con la Fundación Artística Vilà de Valls para la construcción del pedestal y la financiación de The 19th Hole, una de las empresas de la Torre Urquinaona, que ha querido promover su construcción para reivindicar y dar valor al espacio público por el que se entra en el edificio.
Una consulta al instagram de Jordi Díez nos muestra que el autor está centrado en reproducir la expresión del cuerpo humano mediante sus esculturas, muchas de ellas en ese mismo acero inoxidable. Desde el tenista Rafa Nadal en pleno movimiento a rostros gigantes (al estilo Plensa), Díez explora el cuerpo humano desde su propio punto de vista.