Barcelona se quedará sin playas. Esta afirmación, que puede parecer dura, es cada vez más palpable conforme se ve cómo se cumplen las previsiones del cambio climático, que implicará una subida drástica del nivel del mar. Esto es lo que referencia, entre otros temas preocupantes, el informe Crisis a toda costa, que Greenpeace acaba de publicar.
Este trabajo de Greenpeace constata que playas y paseos marítimos desaparecen con cada temporal y apunta que la subida del nivel del mar estimada para 2030 afectará a extensas zonas de la costa. En este sentido, explican que la NASA afirma que para 20230 el mar habrá subido 13 milímetros y para finales de siglo el mar de 70 cm. en la zona de Barcelona.
El 85% de la población de Catalunya, en riesgo
Según el informe, con esta subida, las zonas de Catalunya con más riesgo de inundación son el Delta del Ebro, el tramo entre Malgrat de Mar y Blanes, zonas próximas al delta del Llobregat y Besòs (área metropolitana de Barcelona), puntos del Alt Empordà (Girona). En casi todos los casos, son zonas que tienen un nivel de urbanización e infraestructuras muy elevado.
El informe cuenta que, en general, los 699 kilómetros de costa y 456 kilómetros de playas empiezan a verse ya muy afectadas por el exceso de cemento y hormigón en primera línea, y que zonas como el Delta del Ebro, están especialmente amenazados tanto por los eventos meteorológicos extremos como por la subida del nivel del mar y la falta de llegada de sedimentos que quedan atrapados en los embalses que salpican la cuenca río arriba. El 85% de la población vive en los primeros 30 kilómetros más cercanos al mar.
¿La solución? Dar un paso atrás
Ante esta situación, Greenpeace afirma que es urgente actuar para hacer frente a estos riesgos y ha asegurado que sólo con una reducción moderada de las emisiones de gases de efecto invernadero se podría evitar el 40 por ciento del retroceso de las playas en todo el mundo.
El catalán es uno de los tramos del litoral mediterráneo donde es más urgente poner en marcha políticas de adaptación a corto, medio y largo plazo. Las viejas medidas, las de tratar de contener el mar con hormigón y tirar millones de euros reponiendo la arena de las playas, son ya claramente inservibles.
La única posibilidad, explican, es devolver la calidad ambiental a los espacios costeros para que el sistema pueda mantenerse. Eso significa inventariar qué infraestructuras, paseos marítimos e incluso viviendas situadas en zonas de máximo riesgo deben trasladarse de la primera franja de costa, para que esta pueda hacer su función y protegernos.
Se deben reconectar los ríos con el mar y las playas, tal y como demuestran los más recientes estudios científicos. «Durante décadas el turismo ha deformado la costa a su antojo, pero eso ya no funciona más, esta actividad tiene que adaptarse al territorio y a las necesidades de su población».
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